

De víctimas a protagonistas, el papel oculto de las adolescentes en las redes criminales en Suecia
En las guerras del crimen organizado en Suecia, cada vez más chicas adolescentes se ofrecen como sicarias, un fenómeno que está saliendo a la luz y que muestra que algunas jóvenes buscan demostrar que son más letales y despiadadas que los varones, afirman los fiscales.
Lejos de la imagen de víctimas a merced de las bandas, cada vez más menores, ofrecen sus servicios —incluido el de sicarias— en mensajerías cifradas, declara Ida Arnell, fiscal especializada en estos casos.
"Tuve un caso de una chica de 15 años que pudo elegir el tipo de misión que quería cumplir: disparar a la puerta o a la cabeza (de la víctima). Y eligió la cabeza", explica.
La joven, que integró una banda local en abril de 2024, pensaba que se trataba de una broma y no quería mostrarse débil, según la sentencia consultada por la AFP.
Finalmente, fue su coautor, de 17 años en el momento de los hechos, quien disparó al cuello, al abdomen y a las piernas de la víctima. Ambos intentaron huir en una patineta eléctrica, pero fueron detenidos.
"Tienen que mostrarse más decididas y rudas (que los varones) para obtener el encargo", subraya Arnell.
Sean chicos o chicas, en los mensajes, se muestran "sedientos de sangre", precisa.
Para la fiscal, esta tendencia va de la mano con el auge del crimen organizado en Suecia.
El país lucha desde los años 2010 por contener la violencia de las redes criminales, ahora calificadas de "amenaza sistémica" por el gobierno.
Según las autoridades, están infiltradas en prisiones, centros de reclusión de menores —convertidos en focos de reclutamiento—, la política e incluso el sistema judicial.
Estas estructuras, sin jerarquía clara, subcontratan asesinatos, tiroteos o agresiones mediante mensajerías cifradas, que son ejecutados por menores pagados por encargo.
Los capos, en cambio, operan desde el extranjero a través de intermediarios.
- Papel motor -
"Las chicas suelen ser identificadas como víctimas, pero su participación en los entornos criminales es más frecuente de lo que se cree", afirmó en abril el ministro de Justicia, Gunnar Strömmer, reconociendo la falta de datos precisos.
"Las ideas preconcebidas sobre el papel de las mujeres y las adolescentes en la criminalidad conllevan el riesgo de que no se las reconozca ni como criminales ni como personas que necesitan ayuda", añadió.
Actualmente, el Consejo de Prevención del Crimen realiza un estudio sobre la naturaleza de los delitos cometidos por mujeres jóvenes, así como sobre su exposición a la violencia, cuyas conclusiones se publicarán el 23 de octubre.
"Pueden desempeñar un rol fundamental y facilitar las actividades criminales, al mismo tiempo que son víctimas y encontrarse en una situación de profunda vulnerabilidad", explica la organización KSAN, que agrupa asociaciones que se ocupan del abuso de alcohol y drogas entre las mujeres.
Dos tercios de las chicas que cometieron infracciones relacionadas con estupefacientes sufrieron violencia sexual, subraya la organización en un informe publicado en marzo.
"La gran mayoría tiene un problema de adicción y un trauma no resuelto", señala Maria Ljuslin, coautora del informe de KSAN.
Pero existen muy pocos datos y estudios sobre el rol de las mujeres en este entorno, admite la policía nacional, lo que les permite pasar desapercibidas ante las autoridades suecas y es una ventaja para las bandas.
- Cientos de clientes -
La madre de Natalie Klockars, era adicta a las anfetaminas y su padre estaba en la cárcel cuando ella era niña. Cuando tenía 19 años, se lanzó al tráfico de drogas para financiar su adicción al cannabis.
"Al cabo de un mes tenía más de 300 clientes. Meses después eran 900, y a partir de ahí dejé de contar", relata la joven de 28 años durante un encuentro con la AFP en un parque del centro de Estocolmo.
"Muchos se fascinaban porque yo era una chica. Eso hizo circular mi número. Inspiraba confianza. Nadie sospechaba de mí, me vestía como hoy", detalla mostrando vaqueros ajustados y una blusa marrón.
Durante cuatro años desarrolló discretamente su actividad, reclutando chicas y accediendo a una clientela —médicos, enfermeras, profesores— envidiada por competidores.
Pero a la euforia del dinero fácil siguió la violencia.
A los 23 años, recién embarazada, Natalie decidió no recoger tres kilos de droga de su proveedor, al enterarse de que sería asaltada.
Unos chicos se presentaron en su puerta y se la llevaron, en pijama, a un bosque. Allí vio a su mejor amigo de rodillas, con una pistola en la sien.
Natalie quedó paralizada. "¿Morirá él o sufriré un aborto por este estrés?", se preguntó. Finalmente su amigo fue perdonado.
"Entendí que no era la vida que quería para mi hija", afirma la joven, que decidió abandonar toda actividad delictiva el día de su nacimiento.
R.Roger--JdCdC